Hoy en día muy pocos trabajos pueden desarrollarse sin herramientas y procesos automatizados. Por lo general, todo lo hacemos bajo el paraguas de la infinidad de oportunidades que nos brinda Internet. Tanto es así, que la nueva fórmula de trabajo, la modalidad online, cobró todavía más fuerza durante la pandemia cuando se puso de manifiesto que, no solo era posible trabajar desde casa o desde cualquier parte del mundo, siempre que se tuviese acceso a un router. Además, se demostró que, en muchos casos, esto también favorecía las dinámicas de trabajo en términos de eficiencia y productividad.
De hecho, cerca del 60% de las personas con empleo en España disfrutaron del sistema mixto durante 2021, combinando días de trabajo presencial con otros de jornadas virtuales. En todo el mundo, son cada vez más las empresas de diferentes sectores, en especial, el terciario, que apuestan por desarrollar puestos en remoto: “Está demostrado que se siguen cumpliendo los flujos de trabajo, que existen las herramientas para poder hacerlo y que todo ello contribuye en muchos casos a una reducción de costes”, matiza Hervé Lambert, Global Consumer Operations Manager de Panda Security.
En el caso español, ciudades como Málaga están desplegando su presupuesto público para incentivar esta forma de trabajo online y creando infraestructuras para que muchas empresas TIC migren a ese territorio. Lugares como Seychelles o Estonia conceden visas residenciales a nómadas digitales, incentivándolos con bajos impuestos, rebajas fiscales y la idea de una oficina paradisíaca con buena conexión. Las aplicaciones para trabajar en remoto y, concretamente, las aplicaciones que ofrecen voluntariados, espacios de coworking o intercambio de alojamiento por trabajo están obteniendo unas cuotas de popularidad nunca antes vistas.
Sin embargo, y tal y como arguye el ciberexperto, “existen muchas trampas en estas plataformas: anuncios falsos e intentos de ciberestafas para el deseo social del momento: teletrabajar en la playa o la montaña”.
Algunos ejemplos de ataques informáticos a apps de viajes para nómadas digitales y viajeros de todo el mundo
La alta tasa de desempleo entre la población joven, sumada a las ganas de viajar, conocer mundo y seguir desarrollándose profesional y personalmente, obliga a este colectivo a optar por opciones como trabajar a cambio de comida y alojamiento. Tal es así, que uno puede elegir entre irse a un agroturismo en Cuenca, como a una granja de magos en Senegal o un proyecto para construir un surfcamp para niños en Nicaragua. Las opciones son muy variadas.
Basta con crearse un perfil, aportando una serie de datos personales, de contacto y la experiencia laboral para poder contactar con la bolsa de anunciantes de proyectos. “En este sentido, el ciberfraude se puede producir de dos maneras, por parte del perfil de voluntario o por la contratante”, expone Lambert.
En HelpX, Worldpackers o Workaway se pueden encontrar estos servicios. Ya han existido algunos casos en los que el proyecto anunciado era una farsa. Ni el proyecto existía, ni las fotos y el perfil del anunciante eran reales “y han estado hablando con una persona que ha suplantado una identidad o creado una falsa”, admite Hervé Lambert, Global Consumer Operations Manager de Panda Security. “En el peor de los casos, la persona ha podido ir hasta allí para encontrarse con que todo era mentira o le han podido pedir un pago previo, normalmente no son cantidades grandes, algo simbólico, pero que evidencia un daño económico más grande cuando se lleva a cabo con muchas personas”.
¿Cómo evidenciar que se trata de anuncios fraudulentos?
- En primer lugar es importante verificar el perfil de la persona que está anunciando su voluntad de trabajar o, en el caso contrario, su proyecto. Hay que comprobar si cuenta con opiniones e intentar buscar algo más de la identidad que proporciona fuera de esa plataforma social.
- Investigar sobre el proyecto fuera de la app de voluntariado. Buscar en Google Maps, en su página web oficial, si tuviera, o en otras redes sociales y, confirmar si existen reseñas de otros viajeros o voluntarios. “Y, aun así, a veces los cibercriminales tienen bastante bien ejecutado su fraude y pueden localizar en el mapa el supuesto negocio, aunque no exista, o tener webs falsas como carta de presentación”, explica Lambert.
- Rehusar entablar conversaciones fuera de la plataforma. “El ciberdelincuente siempre intentará no dejar rastro de su delito, por lo que extenderá una oferta algo más tentativa a la víctima a través de WhatsApp o Facebook”, explica Lambert. En ese caso, nunca habrá que abrir ninguno de los links que envíen, ya que podrían ser la puerta de acceso para la descarga de algún malware a nuestros equipos o un intento de phishing.
- Consultar y tramitar todo el proceso desde páginas webs o aplicaciones oficiales de intercambio de voluntariado, trabajo o housekeeping. “Hasta hace unas décadas, viajar y realizar intercambios culturales de tan larga distancia era algo inimaginable para la mayoría de la población. Nuestros padres y abuelos no disponían de la misma oferta, cosa que ha sido favorecida por la globalización y el escenario actual de interconectividad a nivel mundial. Los intentos de estafas, por tanto, ahora se traducen en ciberfraudes a través de la red, aparentemente intangibles. Los hackers han perfeccionado sus técnicas de ingeniería social y las páginas webs falsas que alojan supuestamente estos servicios están a la orden del día”, comenta Hervé Lambert, Global Consumer Operations Manager de Panda Security. Por lo que, recomienda, lo mejor es utilizar los servicios webs alojados por empresas conocidas y con buenas evaluaciones.
“Aunque suene alarmante, muchos criminales están operando a través de la web, por ejemplo, para la trata de blancas. Saben que hay gente que quiere salir de su país en busca de empleo y labrarse nuevas oportunidades. En este sentido, este tipo de trabajos y voluntariados, a veces, son el cebo perfecto”, finaliza.