Para la mayoría de nosotros diagnosticar las causas de una conexión a Internet defectuosa es una tarea casi imposible. La infraestructura de la Red es una compleja combinación de hardware y software y cuando aparece el aviso de conexión inestable en una videollamada se acepta como algo irremediable e inexplicable. Y, sin embargo, siempre hay una razón; en general, una bastante sencilla. Este tipo de perturbaciones aparecen cuando se interrumpe el flujo de datos a lo largo de los cables de Internet, con frecuencia por un pico en la demanda de uso. Por eso, es habitual que las peores conexiones aparezcan durante las horas de máxima audiencia, es decir, cuando todo el mundo intenta transmitir, descargar o ver streamings al mismo tiempo.
Problemas en la red física
Internet es una red de cables que envía datos digitales a través de grandes distancias a una velocidad cercana a la de la luz. Se distribuye entre regiones y continentes del mundo a través de una amplia serie de cableado submarino y, dentro de cada país, hay cables más pequeños que se extienden bajo tierra hasta llegar a nuestras casas. Aunque esos cables de fibra óptica modernos permiten una velocidad impresionante, el deseo y necesidades de los usuarios avanzan siempre hacia una mayor demanda, de forma que la red experimenta problemas de vez en cuando. Esto es una consecuencia de un sistema construido para ser flexible y del número finito de los cables que la soportan.
Atascos en los cables
Cuando notas que Internet va mucho más despacio también puede deberse a que tus cables locales están saturados con el tráfico. En estos casos, el proveedor de servicios de Internet (ISP), la empresa a la que estás pagando por tu conexión, interviene para ralentizar artificialmente tu red regional. Este sistema es una forma de asegurarse que todo el mundo tiene un nivel de servicio similar y evitar que unos pocos usuarios acaparen el espacio de los cables. Si tu ISP no interviniera de esta forma, los cables de Internet podrían sobrecargarse y los paquetes de información no podrían atravesarlos, lo que provocaría una pérdida de datos. Así que los proveedores prefieren que los datos de Internet se carguen lentamente a que se pierdan. En realidad, los atascos ocurren porque los ISP venden más paquetes de conexión de los que pueden funcionar al mismo tiempo. Este sistema es habitual; la gente rara vez llega al máximo de su uso de Internet (y nunca todos al mismo tiempo). Así que, mientras esto sea así, la ralentización artificial de cables físicos seguirá siendo una realidad.
Cuando se acapara el ancho de banda
En ocasiones las variaciones en la velocidad apenas se perciben, otras parece que has vuelto a los tiempos de Internet vía telefónica. Todo depende del número de personas de tu zona que intenten utilizar Internet a la vez y de lo mucho que exijan a los cables locales que conectan tu zona con el resto de Internet. Los fines de semana de lluvia y viento una gran parte de la población decide quedarse en casa a jugar online o ver una película en streaming, así que es probable que tu ISP limite tu velocidad. Asimismo, cuando aparecen las actualizaciones de los videojuegos más populares, una repentina avalancha de jugadores también obliga a los ISP a reducir la velocidad de Internet en tu casa, tengas o no una consola de juegos. Los servicios de streaming han tomado incluso cartas en el asunto para garantizar que sus clientes puedan seguir disfrutando de sus contenidos durante los periodos de máxima demanda. En marzo de 2020, durante el primer confinamiento en Europa, ayudaron así a que un mayor número de personas pudiera acceder a las plataformas y ver vídeos al mismo tiempo.