En España, los niños menores de 16 años pasan una media de tres horas al día viendo contenidos audiovisuales desde dispositivos inteligentes, ya sean smart TV, móviles, tablets u ordenadores. Sin embargo, sólo 1 de cada 5 niños recibe la atención mínima por parte de sus padres para que su interacción con el mundo digital sea segura. Además, menos del 20% de los dispositivos con los que los menores se conectan a Internet cuentan con medidas de protección suficientes para garantizar una navegación privada y segura ante miradas indiscretas.
El uso excesivo de pantallas digitales conlleva importantes problemas de salud en los niños. Entre otros, destacan la agresividad, la irascibilidad, trastornos alimenticios o alteraciones en el sueño. Además, el uso de estos dispositivos sin supervisión de adultos puede hacer que los niños se conviertan en víctimas o en culpables de ciberacoso, robos, timos, chantajes y extorsiones.
“Es preocupante que haya tantos padres que no sean conscientes de que, al igual que hay que educar a nuestros hijos a evitar peligros en la vida real, también hay que hacerlo en el mundo digital. Del mismo modo que enseñamos a nuestros hijos que no se debe hablar con desconocidos en la calle, tenemos que enseñarles que una conexión a Internet es una puerta a un mundo sin barreras. Es cierto que Internet es un acceso a todo el conocimiento que hay en él, pero al mismo tiempo es una puerta de entrada para innumerables riesgos que pueden perjudicar psicológica y físicamente a nuestros hijos”, advierte Hervé Lambert, Global Consumer Operations Manager de Panda Security.
Adicción a los dispositivos móviles
El otro gran riesgo que tienen estos dispositivos es su capacidad de convertir los niños en adictos. Pero, ¿cómo saber si tu hijo es adicto a su smartphone? y, sobre todo, ¿cómo evitar que lo use en exceso y acabe convirtiéndose en un adicto?
Un informe publicado en Estados Unidos demuestra que la mitad de los adolescentes son adictos a sus dispositivos. Sin embargo, el dato es más preocupante si se comprueba que el 78 por ciento revisa sus dispositivos al menos una vez cada hora. Es decir, aunque la mitad se considera adicta a su smartphone, es probable que haya muchos otros que lo sean y no sean conscientes. Es más, otro informe publicado también en Estados Unidos destaca que el 24% de los adolescentes está online “casi constantemente”.
Cómo saber si mi hijo es adicto al móvil
En muchos sentidos, ser padre en la era digital es más complicado que antes, ya que cada vez se tienen menos ocasiones de pasar tiempo con los hijos. Por ello, en las épocas de vacaciones y en especial durante los fines de semana hay que fijarse bien en el estado de ánimo de los adolescentes.
En concreto, si el estado de ánimo de los niños cambia radicalmente y se vuelve irritable o incluso violento cuando se le retira el móvil, hay que empezar a pensar en una posible adicción.
Otro punto a tener en cuenta es su involucración en eventos sociales y familiares. Si los niños encuentran siempre en su móvil la excusa perfecta para escaquearse de conversaciones familiares, también hay señales de posible adicción.
Otra señal de alarma es si el tiempo que pasan con sus teléfonos inteligentes afecta la higiene personal o a actividades diarias normales (sobre todo, dormir). Mentir, esconder y romper las reglas familiares para pasar más tiempo en un smartphone, también son signos que pueden demostrar una adicción.
¿Qué hacer para evitarlo?
El primer riesgo de una adicción al móvil es que los niños pierden la diferencia entre el mundo real y el online. De este modo, prefieren que su mundo se desarrolle más en el plano virtual. Por ello, aceptan todo tipo de amistades en las redes sociales y buscan una conexión wifi casi todo el tiempo.
Medidas de ciberseguridad
En este sentido, instalando una VPN en su móvil, aunque no evitaremos que estén más horas conectados de las que deben, al menos conseguiremos que naveguen de forma segura.
Por medio de una VPN (por sus siglas en inglés, Virtual Private Network), se genera una red privada, segura y encriptada para mantener alejados a los hackers, ransomware, criptojackers, espías y demás personas demasiado interesadas en tu información personal.
Sin embargo, demasiado control sobre lo que hacen los niños en Internet puede ser contraproducente, como vimos en el capítulo Arkangel, de la serie Black Mirror.
Si “capamos” el acceso de los niños a cualquier contenido en Internet sin explicarles por qué lo hacemos, simplemente ignorarán los riesgos que les acechan. Al igual que ocurre en el mundo real en el que los niños sobreprotegidos sufren en exceso cuando se enfrentan a realidades que sus padres les habían ocultado, hay verdades a las que van a tener acceso tarde o temprano en el mundo digital.
Por ello, es vital una conversación y comunicación fluida con ellos para enseñarles las consecuencias de ciertas acciones. “Lo ideal es enseñarles a discernir entre lo que está bien y lo que está mal y que ellos aprendan a tomar la decisión correcta” añade Hervé Lambert.
Sin ir más lejos, el problema que se planteaba en el capítulo Arkangel de la serie Black Mirror, es cerrar los ojos a los niños ante el mundo. Una cosa es que aprendan a evitar los riesgos y otra es que ni siquiera sepan que existen.
Hacer un plan con ellos y cumplirlo
Los padres actuales deben tomarse el tiempo necesario para hablar sobre el uso apropiado de Internet con sus hijos. Deben establecer pautas y llegar a un acuerdo familiar antes de que los niños consigan su primer teléfono.
Si no se hace desde el comienzo, lo más probable es que después haya que imponer nuevas reglas que a los niños les costará aceptar. Los acuerdos familiares pueden incluir reglas sobre cuándo y cómo se puede usar el teléfono o qué contenidos se pueden ver o no. Y siempre hay que dejar claras cuáles serán las consecuencias de romper esas reglas.
Monitorizar el uso de su móvil
Los móviles forman parte de nuestras vidas. Al igual que los adultos pasamos horas conectados a estos dispositivos, es fundamental hacer un esfuerzo para comprender cómo, dónde y por qué los niños pasan tiempo en sus teléfonos. Es decir, el hecho de que estén mirándolos no es malo ‘per se’. En ocasiones es la forma que tienen de comunicarse y hay que entender cómo lo hacen para ver si es algo negativo o no.
Después de todo, ver una serie de televisión en un teléfono inteligente cuando está en la cama por enfermedad, no es lo mismo que estar más pendiente de las redes sociales que de lo que ocurre en casa.