¿Qué pasa cuando el amor se acaba?

Una pareja puede compartir muchas cosas: mesa, cama, la suscripción de Netflix, la cuenta bancaria, el pin de seguridad de la alarma, la dirección de email, la clave de acceso al ordenador doméstico…

Pero cuando el amor se acaba, muchas de ellas pueden resultar un problema para nuestra (ciber)seguridad.

Ya lo decía la canción: “Esto se acabó. Nada es tuyo, nada es mío. ¿Cómo repartimos los amigos?”

Cuando una vida en común termina, sea amistosamente o por las malas, hay muchas cosas que repartir.

Los amigos, por ejemplo, pero también las contraseñas del mundo digital. ¿No se te había ocurrido? Si googleas las palabras ‘divorcio’ y ‘contraseñas’ juntas aparecen casi un millón y medio de resultados con recomendaciones legales para proteger nuestro universo digital antes, durante y después de la separación. 


Muchas veces tenemos abierta la opción de compartir ubicación entre nuestro móvil y el de nuestra pareja pero, una vez separados, no es conveniente que puedan saber dónde estamos. Por ejemplo, podrían acceder a la vivienda cuando no estamos, o aprovechar para buscarnos y entregarnos alguna documentación que no queremos recibir.


“La tecnología forma parte de nuestras vidas, y hay tantos frentes a los que atender que es habitual que utilicemos variaciones de la misma contraseña para acceder al banco, al servicio de streaming, a la aplicación del gimnasio o como pin del móvil, y que nuestra pareja las conozca o incluso las comparta. Esto, que ya de por sí es un riesgo de seguridad, se puede convertir en un problema grave en casos de divorcio poco amistoso”, afirma Hervé Lambert Global Consumer Operations Manager de Panda Security

Y aparte de la invasión de la privacidad por parte de alguien con quien ya no compartimos la vida, también hay casos en los que la expareja puede causar verdaderos problemas si tiene a su alcance cierta información: correos que has intercambiado con un tercero o fotos incriminatorias (todo lo cual puede ser utilizado en tu contra).

Y todavía peor, si tiene una copia de tu DNI, tus claves del banco y conoce tus hábitos, hasta puede llevar a una suplantación de identidad (para sacar el dinero del banco, por ejemplo o para manipular la hipoteca, el servicio de electricidad o hasta tu trabajo).

Kit de protección digital

Antes de llegar a la separación, y aunque confiemos en nuestra pareja como en nosotros mismos, el sentido común, en los tiempos que corren, nos dice que mantener la privacidad es siempre importante porque sencillamente incluso aunque no haya mala fe, mientras más personas conozcan algo, más posibilidades habrá de error humano.

Pero una vez que se decide la ruptura las cosas se calientan y cualquier abogado te aconsejará cambiar las contraseñas lo antes posible. He aquí algunos consejos que deberíamos tener en cuenta:

    • Cambiar las contraseñas y números PIN: Mientras los abogados luchan por dividir las cuentas comunes de la mejor manera, lo primero sería cambiar las contraseñas de los sitios digitales más sensibles, empezando por la red wi-fi, si somos quienes nos hemos quedado en el domicilio común, ya que través de ella se puede acceder tanto al historial de búsquedas como a los mensajes que han pasado por ella.
    • Vigila el correo electrónico: Cuando llevamos mucho tiempo usando una dirección de correo es posible que tengamos vinculados a ella numerosos servicios como la firma digital o la cuenta bancaria. Cambiar las claves de nuestro  mail personal es lo primero, porque ahí pueden llegar alertas o verificaciones de identidad cuando estamos cambiando las credenciales en otras cuentas como la del banco y no queremos que se sepa.
    • Especial atención al banco: Si compartimos la cuenta bancaria, será el juez o el mediador quien tendrá que dirimir cómo se reparten los ahorros y a partir de qué momento, así que si ese es el caso, lo más recomendable es no hacer nada sin consultarlo.
      Pero si no es así, es posible que en cualquier caso nuestra pareja conozca nuestros detalles de acceso o incluso que tenga una tarjeta autorizada. En este caso, tendremos que hablar con el banco para cancelarla y cambiar las contraseñas.
    • También el comercio electrónico: Además de que pueda conocer las claves de acceso a las tiendas más habituales (de nuevo, cuidado si usamos las mismas para todo), muchas veces éstas se quedan guardadas en el ordenador doméstico (o en el del otro, cuando realizamos compras comunes).
      Vigila de quién de los dos es la tarjeta asociada a esos sitios para no tener sorpresas desagradables.
    • Desactivar el ‘compartir ubicación’: Muchas veces tenemos abierta esta opción entre nuestro móvil y el de nuestra pareja pero, una vez separados, no es conveniente que puedan saber dónde estamos.
      Por ejemplo, podrían acceder a la vivienda cuando no estamos, o aprovechar para buscarnos y entregarnos alguna documentación que no queremos recibir. Y no olvides las aplicaciones de seguimiento deportivo, que también lanzan tu ubicación en tiempo real a todos tus seguidores (si tu ex lo es, desvincúlale)
    • Ojo con las redes sociales: Quizá pensemos que aquí no pueden ‘robarnos nada’, pero alguien con mala intención sí que podría suplantarnos y publicar en nuestro nombre información privada o poco decorosa, o incluso ‘plantar’ pruebas falsas que podrían decantar un posible juicio de custodia en nuestra contra, por ejemplo.

El consejo general, es vigilar y prever. Y, en cualquier caso, tratemos de que nuestras contraseñas sean seguras y difíciles de averiguar siempre.
Evitar las fechas de cumpleaños, los nombres de los hijos, lemas comunes que ambos puedan conocer, etc.
Y, mejor aún, cambiarlas cada seis u ocho meses.

Si crees que no tienes memoria para ello, puedes utilizar un generador de contraseñas aleatorias como el que ofrecemos en Panda Security y guardarlas en un archivo aparte. Y siempre que puedas, utiliza la autenticación de dos factores con biometría, quizá conozca tus números favoritos, pero no tiene tu huella digital.


Hay casos en los que la expareja puede causar verdaderos problemas si tiene a su alcance cierta información: correos que has intercambiado con un tercero o fotos incriminatorias (todo lo cual puede ser utilizado en tu contra).


Quizá amar sea compartir, pero divorciarse es repartir y, en esto, mejor ponerse de acuerdo fuera del mundo digital.