Siempre es un fastidio. Entramos en una web y, de repente, un ‘captcha‘ nos asalta ante la duda de si somos seres humanos o algún robot con intenciones, por regla general, maliciosas. Unos caracteres tachados o distorsionados que debemos descifrar, para que el sistema esté seguro de que no tenemos la más mínima intención de explotar los recursos de la web por encima de nuestras posibilidades. No obstante, es sumamente engorroso porque resulta complejo acertar a ver con claridad las combinaciones de letras y números que nos plantean para demostrar que no somos intrusos.
Por fin, tras muchos años, hay alguien que se ha propuesto implantar nuevas formas de verificación que no incordien. No tiene intención, eso sí, de que nos libremos de certificar que somos personas de carne y hueso sin malos propósitos, pero han pensado que mejor hacerlo de una forma entretenida y amena que perdiendo el tiempo tratando de descifrar letras y números totalmente ilegibles.
Con este objetivo se pusieron manos a la obra un grupo de investigadores del departamento de la Universidad de Alabama en Birmingham. Cansados ya de los dichosos ‘captchas’, decidieron crear un nuevo método para que las páginas web que lo estimasen oportuno pudieran comprobar si quien estaba al otro lado de la pantalla era un humano o un robot. Entre sus planes también entraba conseguir un proceso de verificación más entretenido para los usuarios que vayan con buenas intenciones y poner aún más barreras a quienes programen un ‘bot’ para que actúe cual humano.
Así fue como surgió lo que bautizaron como ‘dynamic cognitive game’ o DCG. El equipo formado por Manar Mohamed, Song Gao, Chengcui Zhang y liderado por Nitesh Saxena, ha dado a conocer una nueva forma de averiguar si alguien trata de acceder a una sitio web para abusar de los servicios que allí se ofrecen.
En este nuevo sistema, de lo que se trata es de desafiar al usuario con un juego sencillo y afable. Un acertijo que, como sí sucedía con los ‘captchas‘, no agotará nuestra paciencia errando una y otra vez por no acertar a ver con claridad las letras y los números que nos mostraban en pantalla. Ahora bastará con seleccionar aquel objeto de una serie que, por ejemplo, no sea un barco. O, más simple aún, una sencilla propuesta de ‘drag and drop’, que consiste en arrastrar distintas figuras geométricas al hueco que tiene su misma forma.
Como puedes comprobar, son acciones sumamente fáciles para cualquier usuario de Internet y, al mismo tiempo, complican la acción de aquellos ‘bots’ programados para, en un abrir y cerrar de ojos, completar multitud de ‘captchas’. Porque, mientras los humanos tan solo tendrían que identificar el objeto y arrastrarlo y podrían completarlo sin dificultad a la primera, los programas informáticos que utilizan los ‘spammers’ necesitarían varios intentos. Así, al intentarlo en tantas ocasiones y errar, el mecanismo detectaría un comportamiento extraño y lo tacharía como intruso.
Es más, este nuevo método creado por los investigadores de la Universidad de Alabama, en Birmingham, también se presenta como una alternativa para disuadir de sus intenciones maliciosas a quienes han dejado a un lado los programas informáticos para poner en marcha nuevas formas de explotar al máximo los recursos web.
Y es que, por descabellado que parezca, por medio de la extorsión o por algo de dinero – normalmente muy poco-, hay humanos que trabajan sin descanso para alguien quien les exige completar los formularios de distintos sitios web. Con estos juegos cognitivos les será más complicado porque no es un proceso de verificación tan mecánico como el que proponían los ‘captchas’.
Ni es la primera, ni será la última alternativa
Muchos han sido los osados que han planteado nuevas alternativas al sistema que ideó el guatemalteco Luis Von Ahn allá por el año 2000. Un acertijo matemático, un puzzle que resolver o, incluso, descifrar el mensaje de un audio en el que alguien dice algo con la voz distorsionada.
No obstante, va a ser muy complicado desterrar por completo los ‘captchas‘. No porque los nuevos sistemas sean más o menos fiables, sino porque, gracias a ellos y sin tener la menor idea, estamos trabajando para Google. Cada vez que rellenamos un ‘captcha’ o un ‘recaptcha’ para verificar que somos un ser humano que quiere abrir una nueva cuenta de correo electrónico en Gmail, estamos contribuyendo al propósito de esta compañía de digitalizar todos los libros del mundo. ¿Sabías esto?