Al llegar el verano se multiplican las horas de conexión a pantallas digitales y, por tanto, se abren nuevas puertas para que los malos se aprovechen de la inocencia de los niños y del desconocimiento de los adolescentes. En este post te contamos las apps con las que los menores ocultan a sus padres lo que ven en Internet y las principales artimañas que usan para saltarse cualquier tipo de control parental.
Por fin han llegado las vacaciones escolares. Piscina, campamento de verano, playa, montaña y mucho descanso. Pero no para todos. No nos referimos a los padres pluriempleados que concilian como pueden. Hablamos de los ciberdelincuentes que, lejos de tomarse un respiro, este año están aprovechando el fin de curso para emplearse a fondo con campañas de phishing dirigidas a centros escolares.
Es el caso de la oleada de ataques que han llevado a cabo antes del verano los grupos Tycoon y Storm-1575, que por medio de la ingeniería social, han robado credenciales de Microsoft 365 en un importante número de colegios en Estados Unidos.
Sin embargo, esto es solo la punta del iceberg de la problemática de la transformación digital en el sector educativo. “Los colegios e institutos son el blanco de los ataques. Pero no debemos olvidar que sus clientes, los niños, son las personas más vulnerables en Internet y a las que debemos dedicar nuestros mayores esfuerzos”, recalca Hervé Lambert, Global Consumer Operations Manager de Panda Security .
Millones de niños en todo el hemisferio Norte se encuentran con todo el tiempo del mundo para hacer lo que les dé la gana. A su vez, en la mayor parte de los casos, se multiplican las horas que pasan delante de las pantallas digitales, en las que se convierten en presas fáciles para los cibercriminales.
Riesgos que van más allá de la ciberseguridad
Este aumento en el uso de dispositivos también hace que los niños pequeños se conviertan en víctimas del uso incorrecto de la tecnología. “De pronto, un chiquillo puede pasar de estar viendo Peppa Pig a, casi por arte de magia, acabar viendo un vídeo en el que se ‘demuestra que los aterrizajes en la Luna fueron fake’, que ‘la Tierra es plana’ o la nueva dieta para consumir no sé cuántas kilocalorías al día”, señala Hervé Lambert.
Las principales plataformas de vídeo, ya sean las que están en la tele o aquellas a las que se accede desde el móvil u ordenador están diseñadas para mantener a las audiencias adultas enganchadas. Para que, cuando acaba un capítulo, ‘no quede más remedio que ver el siguiente’.
Pero, ¿qué ocurre con los niños? Por un lado, estas plataformas recogen datos inquietantes que les hacen saber su edad, sus gustos, conocer casi con exactitud dónde viven y ese largo etcétera que ya sabemos de sobra cuando hablamos sobre la privacidad de los datos de los adultos.
Sin embargo, la mayoría de los padres prefiere colocar a sus hijos delante de una pantalla antes que enfrentarse a una rabieta porque los pequeños de la casa se aburren jugando con un juguete “manual”.
Violación de la privacidad de los menores
Sin ir más lejos, el Departamento de Justicia de EE.UU. planea centrar una próxima demanda contra TikTok basada en que la red social viola los derechos de privacidad de los niños. “La investigación descubrió razones para creer que los acusados nombrados están violando o están a punto de violar la ley y que un procedimiento es de interés público”, dijo la Comisión Federal de Comercio de EE.UU (por sus siglas en inglés, FTC). Por su parte, TikTok ha declarado que no está de acuerdo con las acusaciones de la FTC y se siente “decepcionada” de que la agencia haya decidido emprender una demanda.
No es un problema nuevo. Desde que existen los medios de comunicación, siempre se ha intentado mantener seguros a los niños. Bien con franjas horarias infantiles, las clasificaciones de edad para las películas y series, o bien con las restricciones para comprar pornografía.
En la era digital, también parece que existen términos de servicio como los de Instagram o TikTok. Que prohíben que los menores de 13 años se registren, al igual que los de WhatsApp. Sin embargo, suelen ser los propios padres de los niños quienes se saltan a la torera esa recomendación.
Los hackers hacen el agosto con nuestros hijos en verano
Por todo ello, la expresión “hacer el agosto” toma más sentido, si cabe, en lo que respecta a todo lo que los cibercriminales pueden obtener de nuestros hijos durante la etapa estival.
Los niños entran a móviles que sus padres no controlan
Ya sabemos que los niños pueden ser muy ingeniosos cuando se trata de encontrar formas de acceder a Internet sin el permiso de sus padres. Con facilidad aprovechan la falta de restricciones en los dispositivos de sus amigos, hermanos mayores u otros familiares para acceder a Internet sin que sus padres lo sepan.
Por lo general, estos dispositivos no suelen tener los mismos controles parentales y restricciones que los dispositivos que hay en casa. Por tanto, los pequeños acceden sin problema a cualquier contenido o plataforma “prohibida”.
En este sentido, los niños pueden acceder a contenido inapropiado para su edad, como violencia, lenguaje explícito o material sexual. Asimismo, al navegar desde dispositivos sin restricciones que pueden no tener las configuraciones de privacidad adecuadas, los niños pueden exponer información personal que ponga en riesgo su seguridad. O incluso, puede hacerlos accesibles a extraños, que podrían llevarlos a situaciones peligrosas como el ciberacoso o la depredación en línea.
Se conectan a la Wi-Fi del vecino… o de alguien con mala intención
La búsqueda de cualquier wifi que les evite consumir sus propios datos, lleva a los más pequeños de la casa a conectarse continuamente a redes Wi-Fi públicas o incluso a las redes de sus vecinos. Este comportamiento no solo les permite eludir las restricciones de Internet que sus padres han puesto en casa. También los expone a unos riesgos de seguridad nada desdeñables.
Por lo general, las redes públicas no cuentan con las medidas de seguridad adecuadas que sí tenemos en casa o en la oficina. Esto facilita a los ciberdelincuentes interceptar datos sensibles y comprometer la seguridad de los dispositivos conectados, en el mejor de los casos.
Estas redes Wi-Fi públicas, como las que se encuentran en cafeterías, bibliotecas o centros comerciales, son especialmente vulnerables a ataques de “man-in-the-middle”, donde los atacantes pueden interceptar y alterar las comunicaciones entre el usuario y el servidor.
Los niños, al no ser plenamente conscientes de estos peligros, pueden acceder a estas redes sin precaución, dejando sus dispositivos y la información almacenada en ellos expuestos a posibles robos de datos. Además, la falta de encriptación en muchas de estas redes facilita el acceso no autorizado a la información personal y las credenciales de inicio de sesión.
Por otro lado, conectarse a la red Wi-Fi de los vecinos puede parecer inocuo, pero también entraña riesgos significativos. Las redes domésticas no siempre están protegidas con contraseñas seguras o configuraciones de seguridad robustas, lo que permite a terceros acceder a los dispositivos conectados. Además, los niños pueden estar accediendo a contenido inapropiado o potencialmente dañino sin el conocimiento de sus padres.
O todavía peor. En lugar de estar conectándose a la Wi-FI de un vecino, podrían estar accediendo a una red trampa en la que se captura todo el tráfico web del dispositivo que está conectado.
Para mitigar estos riesgos, “es fundamental que los padres enseñen a sus hijos sobre la importancia de utilizar redes seguras y supervisar activamente su actividad en línea. Nuestra recomendación es implementar medidas como VPNS y configurar contraseñas seguras para el Wi-Fi”, apunta Hervé Lambert.
Cuentas alternativas y modo en incógnito para ocultar el historial
A medida que los niños crecen y se convierten en adolescentes, es común que comiencen a ocultar ciertos hábitos a sus padres. El uso de Internet no es una excepción. Una estrategia común entre ellos es la creación de cuentas alternativas en dispositivos, juegos y redes sociales. Estas cuentas, configuradas para no mostrar actividad a los padres, les permiten navegar sin restricciones.
Este fenómeno ocurre por la gran facilidad que tiene la mayoría de plataformas online en las que interactúan los niños y les permite acceder a contenido inapropiado y potencialmente peligroso sin supervisión de un adulto.
Además de crear cuentas falsas, los niños suelen usar navegadores en modo privado o de incógnito para ocultar su historial de navegación. Aunque está función está diseñada para proteger la privacidad. Los niños suelen aprovecharla para acceder a sitios web inapropiados, participar en chats con desconocidos o visitar páginas que sus padres preferirían restringir.
Apps, redes sociales y juegos que ocultan el acceso a Internet
Como la creatividad humana es casi ilimitada y en los niños es todavía mayor. Éstos suelen usar apps y juegos para entrar en Internet sin que nos demos cuenta. Aunque parezcan inofensivas o incluso educativas estas aplicaciones están diseñadas para captar toda la atención de los jóvenes usuarios hasta el punto que, a menudo, incluyen funcionalidades ocultas que permiten la navegación sin que los padres se den cuenta.
De hecho, muchas de estas aplicaciones permiten la comunicación con otros usuarios, el acceso a navegadores internos o la descarga de contenido adicional desde la web. Estas características ocultas no siempre son evidentes para los padres y pueden eludir las medidas de control parental estándar.
Estas son las apps que deberías supervisar en el móvil de tus hijos
Casi cada día surgen nuevas aplicaciones y plataformas que, aunque no estén creadas expresamente para ello, permiten a nuestros hijos navegar casi sin restricciones por Internet. Estas son las más usadas por los chavales para ocultar parte de su navegación web a sus padres.
Kik Messenger
Una aplicación de mensajería que está ganando mucha popularidad entre los adolescentes. El principal riesgo que hay que controlar es que esta app permite a los usuarios chatear con desconocidos sin necesidad de compartir números de teléfono y puede ser utilizada para enviar fotos y videos.
Aunque cada vez está menos de moda, Snapchat tiene la función de “Snap Map” que comparte la ubicación en tiempo real. También tiene la opción de mensajes que desaparecen, lo que dificulta extremadamente la monitorización por parte de los padres
Discord
Esta popular aplicación de comunicación entre gamers, se está volviendo mainstream entre casi todos los adolescentes. Permite chatear con texto, voz y video en servidores privados. Pero al extenderse más allá del entorno de los videojuegos, está permitiendo que se creen comunidades y contenido inapropiado.
TikTok
La archiconocida TikTok permite mandar mensajes directos y videos pueden que incluyan contenido no apto para menores. Algo parecido ocurre con Houseparty, diseñada para que cualquier persona pueda unirse a “fiestas” (videollamadas) si están en la lista de amigos de los amigos.
Locket y Gas
Por último, nos gustaría señalar a Locket y a Gas, dos apps que se están poniendo de moda y que podrían estar en el móvil de la mayoría de los niños . La primera es una aplicación de widgets para iPhone que permite enviar fotos directamente a la pantalla de inicio de sus amigos. Gas, por su parte, es una red social anónima para enviar cumplidos anónimos a sus compañeros. Ambas dos, son el caldo de cultivo perfecto para el ciberbullying.
“La falta de visibilidad sobre las verdaderas capacidades de estas aplicaciones dificulta que los padres podamos proteger adecuadamente a sus hijos. Es crucial que revisemos regularmente las aplicaciones y juegos que utilizan nuestros hijo. Además, debemos plantearnos seriamente el uso de herramientas avanzadas de control parental para limitar el acceso a funcionalidades ocultas”, apostilla Hervé Lambert, Global Consumer Operations Manager de Panda Security.