¿Te suena el aviso de ‘permitir el uso de cookies’? La opción ya aparece en todas las webs casi sin excepción. Por mucho que el término inglés sirva para designar a las galletas cubiertas de pepitas de chocolate, en Internet su significado cambia por completo.
Las cookies son pequeños paquetes de datos que una página carga en tu ordenador a través del navegador con objetivos de lo más variados. Cada vez que vuelvas a la misma URL, el ordenador envía de vuelta esa pequeña cantidad de información al servidor, que detecta tu visita.
Cuando accedes a tu cuenta de correo o perfil de Facebook, son también las cookies las que permiten que el buscador guarde el usuario y contraseña que has utilizado. Así, la próxima vez no tendrás que volver a introducirlos.
Pero aparte de almacenar cadenas de dígitos y letras, los responsables del ‘site’ utilizan estas herramientas para monitorizar la actividad de los cibernautas.
Los espías virtuales recaban información sobre tus costumbres en Internet: qué páginas visitas habitualmente y qué temas te interesan. Lo malo es que suelen compartirla con otras empresas de análisis de datos o que diseñan campañas de marketing a medida.
Si aparece en tu pantalla un anuncio de algún producto de alimentación después de haber entrado a la página de un restaurante, no te extrañes. Gracias a las cookies la publicidad puede mostrarse según las preferencias del consumidor.
Aunque son seguras y no suelen infectar tu ordenador con malware, no está muy claro en manos de quién termina esa información que recogen ni dónde se almacena.
Un grupo de investigadores de la Universidad Queen Mary, en Londres, han arrojado un poco de luz sobre esta cuestión con uno de sus estudios. Se han dedicado, básicamente, a espiar a los espías. Han analizado a dónde va la información de los internautas de diferentes países para construir el mapa de circulación de sus datos.
Los expertos se han fijado en quién ejecuta sus cookies en el navegador de los usuarios. Las empresas externas (como las ya mencionadas de publicidad y análisis de datos) enviarán estos paquetes de información desde un dominio distinto al del ‘site’, por lo que cuando lo hagan podrán ser detectadas. Con esta metodología analizaron las 500 páginas más populares de 28 países.
Los resultados muestran que la práctica se ha extendido por casi todo el mundo. Además, en la imagen pueden verse las zonas del planeta donde la privacidad de los internautas se ve comprometida en mayor grado.
Mientras que en Europa, Sudamérica y Oceanía la cantidad de empresas que acceden a los datos de los usuarios es muy similar, el número se incrementa en Turquía e Israel. Y el origen de los entrometidos también resulta interesante: la mayoría provienen de Alemania y Rusia. Los de EE.UU. acuden sobre todo a los navegadores de Oriente Medio.
Los científicos creen que la distribución refleja la legislación de los diferentes países en materia de privacidad en Internet. En la mayoría de países europeos, donde existen leyes que regulan el acceso de terceros a los datos de los usuarios, los ‘espías’ no son tan abundantes como en China y Turquía, donde escasean estas normas. Pero están en todas partes, así que los expertos alertan de la necesidad de endurecer las medidas que luchan contra este tráfico de información personal.