Tras un tiempo de relativa tranquilidad, los cajeros automáticos han vuelto a convertirse en objetivo prioritario de los cibercriminales. La progresiva sustitución de las tarjetas de débito y crédito tradicionales (las de banda magnética) por otras más modernas con un chip integrado, más difíciles de falsificar, sumada a la evolución en paralelo de las propias máquinas para sacar dinero, han hecho que los delincuentes se apresuren a explotar las vulnerabilidades antiguas antes de que desaparezcan.
Como consecuencia, se ha experimentado un repunte de las actividades ilícitas en este sentido. De enero a abril de 2015, el número de ataques a tarjetas de débito en cajeros automáticos de los Estados Unidos alcanzó su máximo en 20 años, según los datos de FICO, una empresa que tiene monitorizadas el 65% de las máquinas del país norteamericano.
La solución no es alarmarse ni dejar de utilizar los cajeros, sino hacerlo con cautela y siguiendo algunos simples consejos de seguridad.
Intenta averiguar si el cajero automático está trucado
El riesgo más frecuente es que el cajero esté modificado mediante una técnica conocida como ‘skimming’, que consiste en instalar un pequeño dispositivo en la ranura de entrada de la tarjeta para copiar los datos de su banda magnética, que después podrán utilizarse para fabricar un duplicado o realizar transacciones sin consentimiento del legítimo dueño de la cuenta a través de Internet.
Saber si una máquina está afectada no es sencillo, porque los llamados ‘skimmers’ suelen estar bien camuflados. Sin embargo, hay algunos indicadores que nos pueden advertir de su presencia. En primer lugar, echa un vistazo a la ranura del cajero automático y sus alrededores en busca de marcas, arañazos, restos de cinta adhesiva o pegamento o cualquier otro signo de que haya sido manipulado. Comprueba que esa luz que suele estar encendida o parpadeando sobre la ranura funciona.
Si está apagada o tienes la más mínima sospecha de que hay algo extraño, distinto de lo habitual, no utilices ese terminal. Cancela la operación (que no se te olvide) y nunca intentes retirar el ‘skimmer’ por tus propios medios (avisa al personal del banco).
Oculta tu código PIN
Si han logrado capturar los datos de tu tarjeta y piensan clonarla o usarla para desplumarte ‘online’, los cibercriminales necesitarán también tu código PIN, que pueden conseguir de varias formas. La primera y más evidente, echando un vistazo por encima de tu hombro cuando estés en el cajero. Por eso es esencial que intentes tapar el teclado con la mano cuando estés introduciendo el número. Esto también evitará que graben el proceso con una cámara difícil de detectar a simple vista que hayan escondido en algún punto de la máquina.
Procura que tu PIN sea difícil de adivinar (no utilices combinaciones obvias como 0000, 1234, 1111 o 9999 ni datos relacionados con tu vida como la fecha de tu cumpleaños o los primeros números de tu DNI) y no lo lleves apuntado en ninguna parte. Por tu propia seguridad, es imprescindible que lo memorices.
Además, antes de sacar dinero, echa un vistazo a los alrededores por si hay alguien con pinta sospechosa que te haga sentir amenazado. No aceptes ningún tipo de ayuda o interrupción a lo largo del proceso, independientemente de lo que suceda. Si la tarjeta se queda atascada, el dinero no sale o tienes cualquier tipo de problema para completar la operación, podría ser un truco de los propios atacantes. Quédate cerca del cajero automático y llama al banco en busca de ayuda, pero nunca la aceptes de un extraño.
Usa el cajero automático adecuado
Siempre que sea posible, utiliza las máquinas que están dentro del banco mejor que las que están en la calle, y mucho mejor que las que están en las estaciones de transporte público, centros comerciales y otros lugares de acceso más sencillo para el cibercriminal.
Según los datos de FICO, los ataques a cajeros instalados en los bancos han sufrido un incremento del 174%, que ya es alarmante, pero la subida en el resto es aún mayor: del 317%. Donde haya mucha iluminación, vigilantes o cámaras de seguridad es menos probable que los delincuentes se atrevan a trucar un cajero automático.
Por último, guarda siempre el recibo de las operaciones que realices y compáralo frecuentemente con los movimientos de tu cuenta. Si algo no te cuadra, avisa a tu banco de inmediato para que lo puedan solucionar. Algunas entidades tienen plazos máximos para afrontar a estos problemas, así que no lo dejes correr demasiado.