Las nuevas formas de comunicación de masas están dando una nueva dimensión a viejos problemas. Uno de ellos es el de las leyendas urbanas, esas historias que circulan por el imaginario popular bajo una cierta apariencia de verdad, pero que no lo son. Uno de los últimos ejemplos es el ‘Momo Callenge’, un caso de hoax (o engaño viral) ampliamente difundido en grupos de WhatsApp de padres preocupados y medios de comunicación locales de diferentes países.
El ciclo de desinformación comenzó hace, al menos, un año. El verano pasado, las agencias de noticias locales de Estos Unidos y Reino Unido informaron de un supuesto desafío que se estaba extendiendo entre los adolescentes a través de WhatsApp, que se retaban a hacer pruebas cada vez más peligrosas que acababan conduciendo al suicidio. Para entonces, el bulo del ‘Momo Challenge’ ya había pasado por varios países de América Latina, especialmente entre niños en edad escolar, sin que hubiese ningún dato real para sostenerlo.
De acuerdo con los medios británicos, el ‘Momo challenge’ llegó a este país cuando una madre publicó una alerta en un grupo de Facebook de residentes en Westhoughton, un pequeño pueblo de Lancashire, a las afueras de Bolton. Este post, basado en una anécdota que le habían contado a su hijo en el colegio, se volvió viral antes de ser recogido por su periódico local y luego repetido por webs de otros países. Este supuesto desafío tiene similitudes con ejemplos reales de comportamientos peligrosos que se ponen de moda; como el que se popularizó con el vídeoclip de Drake In my feelings, por el que la gente se grababa bailando, en ocasiones con su coche en marcha. Sólo que en el caso de Momo, se trataba de un engaño o hoax que se vuelve viral.
Cuando intentar ayudar empeora las cosas
El problema es que, según explican algunos expertos, si bien el bulo de Momo ha comenzado siendo falso, la atención que está recibiendo crea el riesgo tener un efecto contrario: estas advertencias pueden aumentar las posibilidades de que los adolescentes o niños pequeños oigan hablar del desafío y se lo tomen en serio, o que la imagen de Momo (una muñeca japonesa) les cree pánico. “No repitas ningún engaño que hayas leído en plataformas como 4chan. Y un recordatorio -tanto para periodistas como para gente común- al intentar desacreditar algo en público, le estás dando más vida a esa historia”, advirtió en Twitter Whitney Phillips, profesor especializado en Cultura y Tecnología de la Universidad de Siracuse (EEUU).
Hace unos meses investigadores del MIT publicaron en la revista Science el estudio más extenso hasta ahora sobre la difusión de bulos y fake news en la red, revelando que las noticias falsas tienen un 70% más de probabilidades de ser retuiteadas y que su difusión alcanza a entre 1.000 y 100.000 personas de media, en contraste con las informaciones verdaderas, que raramente superaban la barrera del millar de usuarios.
Si ves una advertencia en las redes sociales un peligroso desafío viral, como el tweet que parece haber reavivado el interés en Momo esta semana, tómate un momento para considerarlo. Verifícalo con información de un organismo oficial o de grandes medios de comunicación. Los bulos como éste son creados con una intención y unos objetivos: provocar miedo para llevar a la acción al usuario, que es más proclive a difundirlo. Así se crea un bulo viral. Y caer en su trampa no sólo es negativo porque cumples el objetivo de sus malhechores, sino que también pones en peligro a otros al visibilizar la información.