La tecnología en relación a la geolocalización continúa evolucionando. Y es muy importante que tanto las plataformas como los usuarios adopten un enfoque proactivo hacia la privacidad
Hay muchas ocasiones que lo más insospechado deriva en una pesadilla. En el ámbito de la seguridad informática sucede más a menudo de lo que pensamos. Una funcionalidad nueva en una aplicación que a todos los usuarios nos da alegría. Pero, de repente, se convierte en un agujero que los cibercriminales pueden explotar a su antojo.
Una de esas funciones que se utilizan con frecuencia es la de compartir la geolocalización con un amigo o un familiar. De acuerdo. Es práctica, es útil y ayuda a encontrarnos con más facilidad que tener que hablar por teléfono y dar indicaciones. De eso no quepa duda. Más de uno la ha utilizado, ¿verdad? Piensa, por ejemplo, en una familia española media. Llamémosle Pérez.
La forman un padre y una madre, siempre preocupados por sus dos hijos. Cuya edad es propicia ya (12 y 14 años) para salir solos con sus amigos. Eso genera mucha ansiedad a los progenitores, pero hay que verlo con perspectiva. Es lo que toca. Para sentirse más tranquilos es habitual que las familias decidan usar una aplicación de geolocalización en tiempo real. De esta manera se puede compartir la ubicación.
Además de este tipo de comportamientos, muchas personas comparten fotografías de los niños en sus perfiles de redes sociales o comentan dónde se encuentran en vacaciones. Incluso se dan casos en los que se comparte la ubicación en tiempo real a través de aplicaciones como WhatsApp. Pues bien, este tipo de actividades que implican geolocalización, pueden ser más peligrosas de lo que cabe esperar.
Como vemos, compartir la ubicación en tiempo real a través de las redes sociales se ha convertido en una práctica común. Las ventajas son numerosas y varían desde la posibilidad de coordinar encuentros de manera más eficiente hasta proporcionar actualizaciones en vivo sobre el paradero de una persona durante un viaje. Esto puede ser particularmente útil para amigos y familiares, permitiéndoles mantenerse conectados y garantizar la seguridad de sus seres queridos en todo momento.
Sin embargo, como le puede suceder a la familia Pérez, esta práctica no está exenta de riesgos: compartir la ubicación en tiempo real puede poner en peligro la privacidad del usuario, ya que expone información sensible a una audiencia potencialmente amplia. Los datos de ubicación pueden ser explotados por actores malintencionados para seguir o acosar al usuario o, incluso, para planificar actividades delictivas, como robos en domicilios cuando se sabe que el propietario está ausente. Además, la precisión de los datos de ubicación puede ser utilizada para realizar perfiles detallados de comportamiento y patrones de movimiento. Comprometiendo aún más la privacidad del individuo.
“Pensamos en robos o en algún tipo de acoso, porque por desgracia es habitual escuchar casos de bullying o de ciberacoso”, asegura Hervé Lambert, Global Consumer Operations Manager de Panda Security. quien advierte de los posibles riesgos de sufrir ataques de geolocalización inversa. Lo que sucede en estos casos es que los ciberdelincuentes pueden cruzar los datos de la ubicación que han obtenido por medio de tácticas de ingeniería social con cierta información publicada en redes sociales o bases de datos de brechas previas para que puedan perfilar patrones de comportamiento del usuario. Una vez logrado este objetivo pueden interceptar comunicaciones en tiempo real o planificar fraudes complejos. Pueden utilizar ubicaciones críticas como cajeros automáticos o redes Wifi públicas vulnerables.
Lambert asegura que los ciberdelincuentes ya están desarrollando “malware” que hace un seguimiento de objetos específicos en áreas concretas para averiguar la ubicación de personas a través de sus dispositivos conectados, tales como relojes inteligentes. “Es el caso del conocido “spyware” Pegasus, que utiliza información de geolocalización para activar funciones avanzadas de espionaje como la activación remota de micrófonos y cámaras en dispositivos. “Aunque se trata de una aplicación que usan los servicios secretos de algunos países, hay que recordar que hay grupos organizados de cibercriminales que tienen más recursos que muchos países de nuestro entorno”, insiste.
Para mitigar estos riesgos, es esencial que los usuarios sean conscientes de las configuraciones de privacidad de sus aplicaciones y limiten la visibilidad de sus datos de ubicación a personas de confianza. También es aconsejable desactivar la opción de compartir ubicación en tiempo real cuando no sea necesario. Y utilizar herramientas de seguridad adicionales, como aplicaciones de rastreo solo para emergencias. Al adoptar estas medidas, los usuarios pueden disfrutar de los beneficios de la tecnología sin comprometer su seguridad y privacidad.
Aunque desactivar el GPS puede reducir significativamente la precisión con la que las aplicaciones pueden rastrear tu ubicación, existen otros métodos que pueden ser utilizados para recopilar datos aproximados de ubicación. Es importante estar informado y tomar medidas adicionales para proteger tu privacidad.
Además, algunos estudios sugieren que incluso cuando se desactiva el GPS, ciertas aplicaciones pueden seguir recopilando datos aproximados de ubicación. Esto pone en evidencia la importancia de leer las políticas de privacidad. El problema es que la inmensa mayoría de los usuarios las ignora totalmente. Esto supone un grave riesgo al facilitar datos extremadamente sensibles como la ubicación que pueden usarse de todas las maneras imaginables.